-¡Legados, tribunos, cadetes, centuriones y soldados -dijo Craso con su voz potente y sonora- se os ha formado para que seais testigos de un castigo tan infrecuente y severo, que hace ya varias generaciones que no se impone. Diezmar a la tropa sólo se aplica a unidades que han demostrado ser indignas de formar parte de las legiones de Roma, que han desertado de las águilas del modo más cobarde e imperdonable. He ordenado que las quince cohortes que forman ante vosotros vestidas con túnica, sean diezmadas por sobrados motivos: desde que fueron reclutadas para el servicio a principios de año no han hecho más que huir en todos los combates, y ahora, en su última derrota, han cometido el peor delito en que puede caer un soldado, abandonando las armas y la coraza en el campo de batalla, dejándoselas al enemigo. Ninguno merece vivir, pero no tengo poder para ejecutarlos a todos; eso es prerrogativa del Senado y sólo del Senado. Así pues, ejerceré mi derecho como comandante en jefe proconsular diezmando sus filas, y espero que con ello anime a los que sigan vivos a combatir en el futuro como soldados romanos y os haga ver a vosotros, mis leales y fieles seguidores, que no voy a tolerar cobardías! ¡ Sean testigos los dioses de que quedan vengados el buen nombre y el honor de los soldados romanos!
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
domingo, 10 de agosto de 2014
CASTIGO DEL CÓNSUL MARCO CRASO A LOS LEGIONARIOS COBARDES
-¡Legados, tribunos, cadetes, centuriones y soldados -dijo Craso con su voz potente y sonora- se os ha formado para que seais testigos de un castigo tan infrecuente y severo, que hace ya varias generaciones que no se impone. Diezmar a la tropa sólo se aplica a unidades que han demostrado ser indignas de formar parte de las legiones de Roma, que han desertado de las águilas del modo más cobarde e imperdonable. He ordenado que las quince cohortes que forman ante vosotros vestidas con túnica, sean diezmadas por sobrados motivos: desde que fueron reclutadas para el servicio a principios de año no han hecho más que huir en todos los combates, y ahora, en su última derrota, han cometido el peor delito en que puede caer un soldado, abandonando las armas y la coraza en el campo de batalla, dejándoselas al enemigo. Ninguno merece vivir, pero no tengo poder para ejecutarlos a todos; eso es prerrogativa del Senado y sólo del Senado. Así pues, ejerceré mi derecho como comandante en jefe proconsular diezmando sus filas, y espero que con ello anime a los que sigan vivos a combatir en el futuro como soldados romanos y os haga ver a vosotros, mis leales y fieles seguidores, que no voy a tolerar cobardías! ¡ Sean testigos los dioses de que quedan vengados el buen nombre y el honor de los soldados romanos!
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