domingo, 27 de julio de 2014

CONSEJOS DEL ABUELO DE MARCO TULIO CICERÓN A SU NIETO


 

A un hombre se le conoce por el carácter, que es la esencia de la masculinidad que le ha concedido Dios. Si honra su masculinidad y la de otros, será justo, valiente, patriota digno de confianza, fuerte, inflexible en la rectitud. Por su hombraría está obligado a ser sano de cuerpo, prudente, lleno de entereza, honrado, orgulloso de sí mismo, intrépido, digno de sus antepasados y de su historia, paciente en la adversidad, intolerante con la debilidad de carácter, ascético frugal y valeroso. Debe ser magnánimo y celoso de su honor, porque el hombre sin honor es lo más bajo que hay y se debe temer más al cobarde que al perverso. Los gobiernos deben esperar más perjuicios de los cobardes que de los traidores.


Guárdate de los que tienen mentalidad de pordiosero y almas serviles, pues destruyen imperios. Estos serán los que algú día quizá destruyan a Roma, como destruyeron a otras naciones. Carecen de honor y de patriotismo. No tienen hombría de bien.


En nuestra historia ha habido momentos de peligro en que hemos necesitado actuar rápidamente y tomar urgentes decisiones, sin sentirnos trabados por nuestras propias leyes en los instantes más graves. Así que nombrábamos dictadores apartábamos de su lado la tentación porque les negábamos los honores, los lujos y los placeres y aun ciertas cosas decorosas de la vida. Les prohibíamos montar a caballo y ni siquiera poseer uno. Necesitábamos su voluntad superior para la acción, su rapidez, sus mentes, su indómito valor. Lo que no necesitábamos era darles el poder que todos los hombres codician, el poder sobre las mentes y las vidas de otros hombres, exceptuando en aquel momento de peligro. Cuando habían hecho lo que debían, los desposeíamos de todo poder y los volvíamos a convertir en hombres sencillos y corrientes.


Pero se acerca el día en que seamos mandados de nuevo por un dictador, uno que no será como los dictadores de antaño, sino que querrá poder ilimitado en atribuciones y en tiempo sobre toda Roma. Roma ya no es lo que era. Nos acercamos rápidamente al día en que ésta no será gobernada por la moderada clase media, sino por los ricos, que dominarán gracias a los vientres gimoteantes sin fondo y los esclavos. Unos servirán a otros y satisfarán los mutuos apetitos en una simbiosis perversa. Porque los poderosos venderán a Roma para ganarse los votos del populacho. Aunque Mario logró recientemente rechazar las hordas de los germanos invasores, no lo pudimos lograr sin turbulencias y las turbulencias es el clima en el que favorecen los tiranos. No te extrañe que sienta temores por mi patria.


Yo he conocido una noble Roma, nación de hombres libres. Pero tú, hijo mío, verás tiempos terribles, porque Roma ha decaído en su espíritu y ya tenemos posadas sobre nuestros muros las feroces aves que se alimentan de carroña, así como dentro de las mansiones de los ricos y en las congestionadas callejuelas de nuestra ciudad. Tu deber, ahora que entras por el umbral de la virilidad, es rechazar al enemigo como Mario rechazó a los germanos. Si eres capaz de ello, con resolución, con honor y bravura, Roma podrá ser todavía salvada, aunque se va haciendo tarde y el verdadero patriotismo enferma bajo nuestros marciales estandartes. ¿Tú tienes valor, Marco?


Mira a los rostros y a los monumentos de tu país y recordarás lo que significan. Mira a las inscripciones de los edificios nobles y a los arcos de nuestros templos. Esa es la herencia que te dejo. Nunca debes traicionarla, ni por temor, ni por una mujer, ni por ganancias, honores o poder. Esta es Roma. Recuerda que una vez bastaron tres valientes para salvarla. Quédate en el punte con los Horacios y jura por nuestros dioses y en el nombre de Roma que nadie alcanzará su corazón y detendrá sus latidos. Tú  sólo eres uno; pero eres uno. Y recuerda, sobre todas las cosas, que nunca hubo un gobierno sino un embustero, un ladrón y un malhechor. Cuando el poder reside en el pueblo y el gobierno tiene poderes restringidos, el pueblo florece y ningún hombre perverso puede dominarlo.




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