martes, 27 de diciembre de 2022

DISCURSO FEMINISTA DE PROTESTA DE HORTENSIA ( VIUDA DE QUINTO SERVILIO CEPIO ) EN EL FORO ROMANO CONTRA LA LEY DEL TRIBUNO DE LA PLEBE LUCIO CLODIO (TÍTERE DEL TRIBUNO MARCO ANTONIO ) QUE OBLIGA A TODAS LAS MUJERES QUE FUESEN SUI IURIS (LIBRES DE DISPONER DE SU PROPIO DINERO) A PAGAR LOS INGRESOS DE UN AÑO INMEDIATAMENTE



( Estaban presentes la viuda de Cicerón, Terencia, y un grupo de mujeres que incluía a Marcia, Pomponia, Fabia, la antigua vestal massima, y Calpurnia la viuda de Cayo Julio César, así como un buen número de mujeres de todas clases, entre ellas una nutrida representación de prostitutas profesionales vestidas con togas de colores vivos, maquilladas y con pelucas chillonas).

 

¡Soy una ciudadana romana!. ¡También soy una mujer!. ¡Una mujer de la Primera Clase!. ¿Y qué significa eso exactamente?. Pues ¿qué va a ser?. ¡Que me acuesto en mi lecho de matrimonio virgen y luego me convierto en una de las posesiones de mi marido!. ¡Él puede ejecutarme por adulterio, aunque yo no puedo reprocharle que se acueste con otras mujeres... ni con otros hombres!. Y cuando enviudo, no puedo volver a casarme. En lugar de eso, debo depender de la caridad de mi familia para que me proporcione un techo bajo el que vivir, pues según la lex Voconia no puedo heredar ninguna fortuna, y si mi marido quiere despojarme de mi dote, ¡es muy difícil impedírselo!.

 

¡Ésa es la suerte que corre una mujer de la Primera Clase!. Pero ¿cambiaría la situación si fuese una mujer de una clase inferior, o si no perteneciese a ninguna clase en absoluto?. ¡Seguiría siendo una ciudadana romana!. ¡Seguiría siendo virgen cuando me acostase en mi lecho nupcial y seguiría siendo propiedad de mi marido!. Seguiría teniendo que depender de la caridad de mi familia al quedarme viuda... ¡pero al menos tendría la oportunidad de casarme con algo más que con un hombre!. Podría casarme con una profesión, con un oficio, con una labor. Podría ganarme la vida por mí misma como pintora o carpintera, como médica o herbolaria. Podría vender los productos de mi jardín o mi gallinero. Si quisiese, podría vender mi cuerpo trabajando de meretriz. ¡Podría ahorrar una parte de lo que ganase y reservarlo para mi vejez!.

 

¡Por lo tanto, como ciudadana romana y mujer, me siento con pleno derecho a dejar constancia del atropello que se quiere cometer contra toda ciudadana romana y mujer que obtiene ingresos de cualquier clase y que tiene la capacidad de controlar dichos ingresos!. ¡Hablo aquí en nombre de mi propia Primera Clase, cuyos ingresos proceden de la dote o de exiguas herencias, así como en nombre de todas las mujeres de clase inferior o que no pertenecen a ninguna clase en absoluto y cuyos ingresos proceden de la venta de huevos, hortalizas, de los trabajos de fontanería, pintura, construcción, prostitución, etcétera, etcétera!. ¡Pues todas nosotras vamos a perder los ingresos de un año para financiar las insensateces de los hombres romanos!. ¡He dicho insensateces y lo repito: insensateces!.

 

¿Acaso votamos las mujeres de Roma?. ¿Elegimos a los magistrados?. ¿Votamos a favor o en contra de las leyes?. ¿Tuvimos acaso ocasión de votar en contra de esta deplorable lex Clodia que dice que debemos pagar los ingresos de un año al Erario?. ¡No, lo cierto es que no tuvimos la opción de votar contra esta insensatez!. Una insensatez promovida por un trío de hombres petulantes, privilegiados e imbéciles llamados Marco Antonio, César Octaviano y Marco Lepido!. ¡Si Roma quiere cobrarnos impuestos, entonces Roma debe darnos el derecho al voto así como la ciudadanía!. ¡Si Roma quiere cobrarnos impuestos, entonces Roma tendrá que permitirnos elegir a los magistrados, votar a favor o en contra de las leyes!.

 
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¿Y cómo van a recaudar este impuesto infame esos idiotas que gobiernan Roma?. Los censores inscriben en una lista a los hombres de las cinco clases, junto con sus ingresos; pero nosotras, las ciudadanas romanas, no estamos inscritas en ninguna lista, ¿a que no?. Entonces, ¿cómo van a decidir cuáles son nuestros ingresos esos idiotas que gobiernan Roma?.  ¿Acaso alguno de los necios de los agentes del Erario va a acercarse a una pobre viejecilla del mercado que esté vendiendo sus bordados, sus mechas para las lámparas de aceite o sus huevos y preguntarle cuánto gana al año?. O, aún peor, ¿va a decidir de forma arbitraria lo que ella gana a la luz de su propia misoginia machista?. ¿Acaso van a intimidarnos y a fastidiarnos, acaso van a amenazarnos y a coaccionamos? ¿Van a hacer eso? ¿Es eso lo que van a hacer?

 

¡Pues yo creo que no!. ¡Todas cuantas estamos en la tribuna de este Foro somos viudas, entre ellas la viuda de César, la Viuda de Catón y la viuda de Cicerón!. ¿Acaso César cobraba impuestos a las mujeres?. ¿Cobraba Catón impuestos a las mujeres?. ¿Cobraba Cicerón impuestos a las mujeres?. ¡No, no lo hacían!. ¡Cicerón, Catón y César entendían que las mujeres no tenían voz pública!. ¡El único poder legal del que disfrutamos es el derecho a disponer de nuestro propio dinero libremente, y ahora esta lex Clodia va a despojarnos incluso de eso!. ¡Bueno, pues nos negamos a pagar este impuesto!. ¡Ni un solo sestercio!. ¡A menos que nos otorguen distintos derechos, como el derecho a votar, el derecho a sentarnos en el Senado y el derecho a presentarnos a las elecciones como magistrados!

 

¿Y qué hay de la esposa del triunviro Marco Antonio, Fulvia?. ¡Fulvia es la mujer más rica de Roma, y sui iuris!. ¿Pero tiene ella que pagar este impuesto?. ¡No, ella no!. ¿Y por qué no?. ¡Porque le ha dado a Roma siete hijos!. ¡Y añado, nada menos que tres de ellos son los villanos más repugnantes que hayan estado dentro del Foro o de una mujer!. ¡Mientras que nosotras, que hemos obedecido el mos maiorum y hemos seguido siendo viudas, tenemos que pagar!.

 

¡ Mirad, ahí vienen los lictores a por mí!. ¡No os atreváis a detenernos!. ¡Volved con vuestros amos y decidles de parte de la hija de Quinto Hortensio que las mujeres sui iuris de Roma, de las clases más altas hasta las más bajas, no piensan pagar este impuesto!. ¡Y no lo pagarán!. ¡Venga, marchaos!. ¡Fuera!. ¡Fuera!.

 

NOTA FINAL: Ante la presión de la multitud de mujeres presentes en el foro que igual también les gritaban ¡fuera! a los lictores, éstos tuvieron que desistir de deternerla. Pero enterado el triunviro Marco Antonio, manifestó que la iba a proscribir, igual que todas las que asistieron en el foro y la apoyaron, pero el resto de los triunviros Marco Lépido y César Octavio, respondieron a Marco Antonio, que no sólo no cumplirá su amenaza, sino que además ni dirá nada sobre eso.

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