viernes, 22 de junio de 2018

CAYO MARIO SE QUEJA DE LA POLÍTICA Y DE LA OPOSICIÓN DE LA MAYORIA DE SENADORES A QUE SEAN CONCEDIDAS TIERRAS PARA SUS LEGIONARIOS PROLETARIOS



Soy un militar y me gustan las soluciones militares. En el ejército todos saben que cuando doy una orden es la mejor posible que las circunstancias permiten. Por eso todos se aprestan a obedecerla sin cuestionarla, porque me conocen y confían en mí. Bien, esa pandilla de inutilidades senatoriales también me conoce y deberían confiar en mí, pero ¿lo hacen? ¡No! Están tan apegados a que se hagan las cosas a su manera, que ni siquiera se fijan en las ideas de los demás por mejores que sean. Voy al Senado sabiendo de antemano que voy a encontrarme con un ambiente de odio y de protestas que me agota antes de empezar. Soy demasiado mayor y habituado a mis modos para darles importancia. ¡Son unos idiotas y van a destruir la República si siguen haciendo como si las cosas no hubiesen cambiado desde los tiempos en que Escipión el Africano era niño! ¡El asentamiento que propongo para mis soldados a licenciar es una buena idea!, pero no me la aceptan.

 

El Senado de Roma es un burdel en el que se dan las conductas más ignominiosas, y yo me paso los días gateando en ese fango. De verdad os digo, ¡prefiero bañarme en la sangre de una batalla!. Y si hay alguien tan ingenuo que crea que la intriga política no destruye más vidas que cualquier guerra, merece todas las adversidades que depara la política. En resumen, la política es algo sucio; no hay reglas y no sabes quiénes son ni dónde van a surgir tus enemigos. ¡A mí que me den una batalla precisa y al menos el resultado es rápido y limpio, vence el mejor!, pero la política es siempre incierta.


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