lunes, 27 de abril de 2015

PLENITUD Y ESPLENDOR DE LA ROMA DE OCTAVIO AUGUSTO




La pax romana reinó en el interior de las fronteras: Las provincias, los países tributarios, cansados de tanta sangre, soñaban solamente con la tranquilidad.




Pero Augusto, aunque había cerrado las puertas del templo de Jano, tuvo que ordenar numerosas campaña militares.




La pacificación de Hispania fue llevada a término, quedando dividida en tres provincias: Citerior y Lusitania, provincias imperiales, y Bética (Andalucía), provincia senatorial.



Los pueblos montañeses de los Alpes fueron sometidos, y el trofeo de La Turbie, cerca de Mónaco, celebra aún esta victoria.




Tiberio, yerno del emperador, hizo del Danubio la frontera norte del imperio (Nórica, Panonia, Dalmacia, Mesia). En Africa, Marruecos formó un protectorado gobernado por el príncipe númida Juba II; los etíopes fueron rechazados al sur de la primera catarata del Nilo.



En Asia se firmó la paz con los armenios y los partos; Galacia y Judea fueron anexionadas, siendo administrada ésta por un procurador, poco después del nacimiento de Jesucristo. Quedaba el problema de Germania, que Augusto decidió ocupar hasta el Elba.



Druso, hermano menor de Tiberio, murió en el cumplimiento de su misión (9 a. de J.C.), pero dieciocho años después, Arminio, un jefe germano sometido a la autoridad del imperio, sublevó las tribus contra las guarniciones romanas y atrajo las legiones de Varo hacia bosques impenetrables y cenagosos.



Las legiones fueron totalmente destruidas: Los únicos supervivientes, Varo y algunos centuriones se suicidaron. Cuenta Suetonio que Augusto, al conocer la noticia, experimentó "un dolor tan profundo que durante muchos meses no se cortó la barba ni el cabello...", gritando sin cesar: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones".



Tiberio volvió a establecer la frontera en el Rin. Renunciando a la conquista de Germania, el Imperio cometía sin duda un grave error; dejaba sin control la fragua donde se forjaban las invasiones bárbaras.


Poco atraído por las aventuras más allá de las fronteras, Augusto tendió esencialmente a restablecer el orden, la prosperidad y la tradición en todos los campos.




Prohibió los cultos egipcios populares, tales como el de Isis, hizo que se celebraran ceremonias grandiosas en honor de Júpiter y de Juno, y restauró las divinidades agrícolas y familiares.



El régimen predicó un verdadero retorno a la tierra, estimulando la colonización y la formación de un campesinado medio, y los artistas fueron invitados a celebrar el encanto de la vida rural.




Muchos fueron hijos de labradores. Virgilio de Mantua, cuyo padre era granjero, glorificó, aconsejado por Mecenas, la vida agrícola con sus Geórgicas.



Entusiasmado, Augusto le mandó componer la Eneida, epopeya de la fundación de Roma, que debía ser para los romanos lo mismo que la Iliada y la Odisea fueron para los griegos.




Horacio, a quien Mecenas regaló una magnífica villa, se burló en las Sátiras de las locuras de la ciudad, del dinero, de la vanidad social, mientras que sus Odas exaltan la amistad, la sencillez, a los soldados labradores y los méritos de Augusto.



Por el contrario, Tíbulo y Propercio, libertinos antimilitaristas, fueron mal vistos por el emperador. Después de la muerte de Virgilio (19 a. de J.C.), Ovidio quiso convertirse en el gran poeta oficial (los Fastos), pero se vio comprometido en el escándalo de Julia, nieta de Augusto.




En 42 libros, Tito Livio compuso una historia romana que presentaba las sublimes virtudes de los primeros tiempos de la república.



El emperador recurrió tanto a las leyes como a los preceptos morales de los escritores oficiales: Leyes contra el lujo, la corrupción, el adulterio, el celibato, estimulando las familias numerosas. Pero las leyes no podían nada contra la disolución de las costumbres.




La hija de Augusto, Julia, estaba tan corrompida que el emperador la desterró a una isla desierta; su nieta, también llamada Julia, resultó convicta de un delito nada inusual por otra parte, el de adulterio. Mecenas llevó una vida fastuosa en su palacio de piscinas de agua caliente.





DIBUJOS DE LA DOMUS AUGUSTA:










RUINAS DE LA DOMUS AUGUSTA:
































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