No me
habría ablandado si no hubiese recibido una carta de Aulo Gabinio, quien, como tú
bien sabes, tuvo a Antonio bajo sus órdenes en Siria. Me dijo que Antonio era
una apuesta que le gustaría llevarse consigo: bebida y putas en exceso, no se
preocupa demasiado, gasta una montaña de energía en aplastar una pulga y sin
embargo se duerme durante un consejo de guerra.
Pero
a pesar de todo eso, merece la pena el esfuerzo, según Gabinio. Una vez que
está en el campo de batalla se convierte en un león, pero un león capaz de
pensar bien. De modo que ya veremos lo que hago con él. Si encuentro que es un
lastre, se lo enviaré a Labieno. ¡Eso será interesante! Un león y un canalla.
( C.
McC. )
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