miércoles, 1 de octubre de 2014

TESEO


Teseo, en la mitología griega, el mayor héroe ateniense, hijo de Egeo, rey de Atenas, o de Poseidón, dios del mar, y de Etra, hija de Piteo, rey de Trecén. A los 16 años, Teseo, que se había educado en Trecén, fue a Atenas a reclamar a Egeo como su padre. El joven decidió hacer el azaroso viaje por tierra, despejar el camino de bandidos y monstruos e infligir el mismo tipo de muerte que ellos habían dado a sus víctimas. Entre los villanos a los que mató estaban Escirón, Sinis y Procrustes.



Teseo llegó a Atenas con una espada y un par de sandalias que Egeo había dejado a su hijo en Trecén. Medea, la mujer de Egeo, intentó envenenarlo, pero en cuanto Egeo reconoció las prendas familiares, proclamó a Teseo su hijo y heredero y desterró a Medea. Sus primeras aventuras incluyen el encuentro con el Minotauro, un monstruo mitad hombre, mitad toro, que estaba encerrado en un laberinto del palacio de Minos, rey de Creta. 

TESEO Y EL MINOTAURO, EN UN MURAL ENCONTRADO EN POMPEYA

Con la ayuda de Ariadna, la hija de Minos, Teseo mató al Minotauro y escapó del laberinto. A su vuelta a Atenas, sin embargo, olvidó izar una vela blanca que representaba su victoria sobre el Minotauro. Egeo, al ver una vela negra, creyó a su hijo muerto y se arrojó desde una altura rocosa al mar, que desde entonces se conoce como mar Egeo.



Como rey de Atenas, Teseo fue sabio y generoso, pero mantuvo su gusto por el peligro y la aventura. Raptó a la amazona Hipólita, quien le dio un hijo, Hipólito. Tomó parte en la caza del jabalí de Calidón y en la búsqueda de los Argonautas del vellocino de oro. Fue un devoto amigo de Piritoo, rey de los lapitas, a quien acompañó a los infiernos para rescatar a la diosa Perséfone. El dios Hades hizo prisioneros a ambos hombres por su irreflexiva acción, pero Hércules consiguió rescatar a Teseo.




De vuelta en Atenas, encontró su reino sumido en el caos, agitado por rebeliones y por la corrupción. Incapaz de restablecer la autoridad, envió a sus hijos fuera y zarpó hacia la isla de Esciros, donde Licomedes, rey de la isla, lo mató arrojándolo al mar desde un acantilado. El oráculo de Delfos encargó a los atenienses que recogieran los huesos de Teseo y los devolvieran a Atenas. Así lo hicieron y le rindieron grandes honores construyéndole una tumba al pobre y desamparado hombre que les había ofrecido su amistad.



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