César
fue a pie durante toda la marcha y participó con la pala, ayudando al grupo que
cavaba, más que nada para animar a los hombres y aclararles hacia dónde se
dirigían y qué era lo que probablemente encontrarían al llegar allí. Su
presencia era siempre un consuelo, pues la mayoría de los soldados habían
cumplido ya los dieciocho años, pero a veces la edad mental no corresponde a la
física y todavía sentían añoranza de su tierra. César no era un padre para
ellos, porque ninguno podía imaginarse, ni siquiera en la más disparatada de
sus fantasías, tener un padre como César, pero emanaba una colosal confianza en
si mismo que no perdía brillo por el hecho de tener conciencia de su propia
importancia, de modo que con él se sentían a salvo.
( C.
McC. )
No hay comentarios:
Publicar un comentario