Hemos
logrado esta información, César, secuestrando a un druida arverno y enviándoselo
a Labieno para que lo interrogase. Te preguntarás que por qué un druida. Fabio,
Sextio, Quinto Cicerón y yo estuvimos hablando del asunto y decidimos que un
siervo no sabría lo suficiente, y que un guerrero posiblemente considerase
preferible morir antes que decir nada que mereciera la pena oír, mientras que
los druidas son blandos. Si nuestros tribunos de la plebe tuvieran la mitad de
la verdadera inviolabilidad de que disfruta el más insignificante de los
druidas, estarían gobernando Roma de forma mucho más despiadada de como lo
hacen ahora. Elegimos a Labieno para interrogar al druida porque... bueno, no
hace falta que te lo diga, ¿verdad? Aunque imagino que el druida estaba
balbuceando lo que sabía mucho antes de que Labieno pusiera los hierros de marcar
al fuego.
Cayo
Fufio Cita, sus comisionados, los demás ciudadanos romanos civiles y unos cuantos
mercaderes griegos que vivían en Genabo fueron asesinados a primeros de
febrero, aunque nadie salió de allí para contárnoslo. Los carnutos empezaron a
hacer correr la noticia hasta Gergovia el mismo día en que se produjo la
matanza. Vercingetórix había sido expulsado de la oppidum, pero en el momento
en que se enteró de lo de Genabo se puso al frente del consejo arverno y
asesinó a Gobanicio. A continuación se hizo llamar rey, y todos los fanáticos
arvernos lo aclamaron como tal.
Al
parecer inmediatamente después se dirigió a Carnutum y allí celebró una
conferencia con Gutruato, rey de los carnutos, y tu viejo amigo Cathbad, el
druida jefe. Nuestro informador no nos pudo decir quién más acudió a ella,
excepto que creía que Lucterio, vergobreto de los cardurcos, había estado allí,
¡Y también Commio! Cuando acabó la conferencia se hizo un llamamiento a las
armas.
Esta
guerra no es cosa de risa, César. Los galos se están uniendo desde la desembocadura
del Mosa hasta Aquitania, y por todo el país de oeste a este. Convencido de que
una Galia unida cuenta con el suficiente número de guerreros para echarnos,
Vercingetórix tiene intención de unificar la Galia bajo su liderazgo.
Se
reunieron en asamblea a las puertas de Carnutum a primeros de marzo para
empezar una campaña de invierno. ¿Contra nosotros?, preguntas. No, contra
cualquier tribu que rehúse unirse a la causa.
Lucterio
y cincuenta mil cardurcos, pictones, andos, petrocorios y santones empezaron a guerrear
contra los rutenos y los gabalos. Una vez que los hayan metido en el redil
galo, Lucterio y su ejército avanzarán y entrarán en la Provenza,
particularmente en la zona de Narbona y Tolosa, para cortar nuestras
comunicaciones con las Hispanias. También va a extender la disensión entre los
volcos y los helvecios.
El
propio Vercingetórix está al frente de un ejército de unos ochenta mil hombres compuesto
por senones, carnutos, arvernos, suesiones, parisienses y mandubios, y avanza
hacia los bitúrigos, que se negaron a tener nada que ver con la idea de una
Galia unida. Como los bitúrigos son los que poseen las minas de hierro, es
fácil comprender por qué Vercingetórix tiene que convencerlos de que están
equivocados.
Mientras
escribo esto, Vercingetórix y su ejército están en movimiento y se adentran en las
tierras de los bitúrigos. Nuestro druida informador dijo que Vercingetórix
piensa atacarnos cuando llegue la primavera. Su estrategia no está mal: piensa
mantenerte a ti aislado de nosotros, basándose en la teoría de que sin ti
nosotros no nos atreveremos a salir de nuestros campamentos, donde piensa
asediarnos.
Sin
duda hay una pregunta cuya respuesta ardes en deseos de conocer: para empezar, ¿cómo
es que llegamos a secuestrar a un druida arverno? ¿Por qué no estábamos repantigados
disfrutando de la inercia del invierno tal como Vercingetórix imaginaba que
haríamos? De ello el responsable es Litavico, rey de los eduos, César. Me ha visitado
en varias ocasiones desde principios de febrero, y en todas ellas de la manera más
casual y desenfadada... pasaba por aquí después de asistir a una boda, y otros pretextos
de esa clase. Yo no me creía nada de eso hasta que llegó después de la gran
marcha de concentración cerca de Carnutum, cuando me informó de que Vercingetórix
estaba gobernando Gergovia. Le hice alguna pregunta al respecto y él se
retractó con demasiada prisa y de una forma demasiado brusca. Pensó que era muy
gracioso cuando quiso arreglarlo diciendo que Vercingetórix era «vergobreto sin
colega». Me desternillé de risa, lo acompañé hasta la salida y a continuación
te envié la primera carta.
César,
no tengo absolutamente ninguna prueba concreta que pueda llevarme a pensar que los
eduos están pensando en formar parte de la Galia unida de Vercingetórix, pero
hay que estar al tanto. A mí me da en la nariz que están en ello, O que los
jóvenes como Litavico están en ello, aunque los vergobretos no lo estén. Los
bitúrigos pidieron ayuda a los eduos, los eduos me enviaron a Litavico para
informarme y para preguntarme si me importaría que ellos mandaran un ejército
para ayudar a los bitúrigos. Si lo único que hay por medio es una querella
interna, le dije yo, adelante, envía un ejército.
Pero
el destino de ese ejército me está llamando la atención en este momento. Se
puso en marcha, muy fuerte y bien armado, y se dirigió hacia las tierras de los
bitúrigos. Pero cuando esas tropas llegaron al margen oriental del Loira, se
asentaron allí y no llegaron a cruzar el río. Después de esperar varios días
regresó a sus tierras de nuevo. Litavico acaba de marcharse de aquí después de
venir a explicarme por qué dejaron a los bitúrigos sin ayuda. Me ha dicho que Cathbad
había enviado aviso de que todo era una conspiración entre los bitúrigos y los
arvernos, y que en el momento en que el ejército eduo cruzase el río, los
bitúrigos y los arvernos caerían sobre ellos.
Todo
resulta demasiado convincente, César, aunque no sé por qué pienso esto. Mis colegas
están de acuerdo conmigo, sobre todo Quinto Cicerón, que parece que tiene una
vocecita que lo pone sobre aviso en estos casos.
Tú
eres quien tiene que decidir qué hacer, y puede ser que no conozcamos tus
planes hasta que te veamos en persona. Porque me niego a creer que un rebaño de
galos, con o sin los eduos, vayan a impedirte que te reúnas con nosotros cuando
estés dispuesto a hacerlo. Pero puedes estar seguro de que estaremos preparados
para entrar en acción en cualquier momento a partir de ahora y hasta el verano.
Alegando de repente que tiene un campamento poco higiénico, Fabio ha cogido a
sus dos legiones y se ha trasladado a otro campamento nuevo no lejos de
Bibracte; junto al Icauna, cerca de su nacimiento, por si necesitas saberlo.
Los eduos parecieron muy complacidos con este cambio, pero ¿quién sabe? Me he
vuelto bastante escéptico acerca de los eduos.
Si
decides enviar noticias, tropas o venir tú mismo a Agedinco, quiero advertirte
que todos nosotros preferiríamos que dieras un rodeo para evitar las tierras de
los eduos. Lo mejor que puedes hacer es ir de Ginebra a Vesontio, y desde allí,
atravesando la tierra de los ungones, hasta Agedinco. Ése es el camino que han
seguido nuestros mensajeros. Estoy muy contento de tener a Quinto Cicerón aquí
conmigo, pues su experiencia con los nervios lo ha convertido en un hombre valiosísimo.
Labieno
me pide que te diga que él aguantará con sus dos legiones donde está hasta que reciba
noticias tuyas. Él también se ha trasladado y está asentado a las afueras de la
oppidum de los remos de Bibrax. No parece haber ninguna duda de que el empujón principal
de esta insurrección vendrá de los celtas de la Galia central, así que hemos decidido
que sería mejor situarnos a una distancia fácilmente accesible. Los belgas, con
Commio o sin él, han dejado de ser una fuerza con la que podamos contar.
( C.
McC. )
No hay comentarios:
Publicar un comentario