A
Marco Bruto y Cayo Casio: no puedo garantizar vuestra seguridad. En efecto, la ciudad
está llena de antiguos soldados de César. Se hallan aquí de vacaciones,
mientras esperan
recibir sus tierras o se plantean volver a alistarse en las legiones que estoy reclutando
en la Campania. En cuanto a sus intenciones sobre lo que llamo yo la "cesarolatría", tenéis mi palabra de que es un
culto que no será fomentado.
Venid
a Roma para la asamblea de las calendas de junio, o no vengáis. La decisión es enteramente vuestra.
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