Vigilio
(en latín: Vigilius; Roma, c. 500-Siracusa, 7 de junio de 555) fue el papa n.º
59 de la Iglesia católica, de 537 a 555.
Perteneciente
a una noble familia romana, es nombrado diácono en el 531 y acompañó al papa Agapito I a Constantinopla en el año 536, lo
que le permitió entablar amistad con Teodora, la esposa del emperador bizantino Justiniano I y una seguidora de la doctrina monofisita.
Tras
la muerte de Agapito I el 22 de abril de 536, Teodora intentó que el sucesor de
este fuera su protegido Vigilio, al
que envió a Roma para que, con el apoyo del general Belisario, quien tomó la ciudad, fuese elegido
papa.
Pero
en Roma, el rey ostrogodo Teodato se
adelantó a los planes bizantinos haciendo elegir papa, el 20 de junio de 536, a
Silverio, hijo del papa Hormisdas, por lo que Belisario depuso al
pontífice y tras desterrarlo le hizo abdicar el 11 de noviembre de 537 (después
falleció el 2 de diciembre de 537). Inmediatamente hizo elegir papa a Vigilio.
Como
era de esperar el concilio tras la celebración de ocho sesiones decretó, el 2
de junio de 553, la ratificación de la condena de "Los Tres
Capítulos" mediante la promulgación de 14 cánones similares a los 13 que
constituían la "Homología" publicada por Justiniano en 551. Y ello a
pesar de que Vigilio había enviado al Justiniano con anterioridad, el 14 de
mayo el documento conocido como "Primer Constitutum" en el que con el
apoyo de otros dieciséis obispos condenaba sesenta proposiciones de Teodoro de Mopsuestia, pero donde no condenaba las de Teodoreto de Ciro y las de Ibas de
Edesa.
El
emperador ordenó el destierro del papa si este no aceptaba íntegramente las
decisiones conciliares por lo que, para poder regresar a Roma, tuvo que emitir,
el 23 de febrero de 554, un segundo documento conocido como "Segundo
Constitutum" en el que se plegaba totalmente a los deseos de Justiniano y
del concilio.
Cuando
Vigilio regresaba a Roma, falleció el 7 de junio de 555 en Siracusa (Sicilia).
Los
continuos cambios de postura de Vigilio respecto al monofisismo supusieron la
total pérdida de credibilidad del pontífice por lo que a su muerte no fue
enterrado en San Pedro.
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