domingo, 1 de septiembre de 2019

DISCURSO DEL CÓNSUL LUCIO LICINIO LÚCULO EN EL SENADO A PROPÓSITO DE LA CARTA DE POMPEYO SOLICITANDO DINERO Y MÁS LEGIONES PARA PODER DERROTAR A SERTORIO


Padres conscriptos, con la carta de Pompeyo acabáis de oír un informe militar más que la misiva amañada de un político.

 

Ya sé que algunos sentís desprecio por Pompeyo por su baja cuna y lo consideráis un general militarmente incompetente, pero dejamos de lado esos rencones y vayamos a la cuestión. Repito: no es la misiva amañada de un político. Ni se anda con contemplaciones con nosotros, los políticos. Por otra parte, tampoco se anda con contemplaciones con el autor. No es una carta llena de excusas, y lo que dice de batallas ganadas y perdidas lo corroboran completamente los despachos que regularmente hemos recibido del gobernador de la Hispania Ulterior Quinto Cecilio Metelo Pío.

 

Bien, yo no he estado en Hispania. Algunos de los que estáis aquí sentados sí que conocéis el país, pero a la mayoría os sucede lo que a mi: que no lo conocéis. En el pasado, la provincia Ulterior tuvo fama de ser un buen destino para un gobernador; una provincia rica, civilizada, pacífica, pero rodeada de bárbaros en dos fronteras, por lo que las guerras que decidían emprender los gobernadores solían desarrollarse sin dificultades. La provincia Citerior nunca ha tenido la misma fama. Los gobernadores hacen pocas ganancias y los indígenas siempre están sublevándose. Por consiguiente, el gobernador de la Hispania Citerior sólo podía aspirar a una magra bolsa y a no pocas complicaciones por parte de las tribus.

 

Sin embargo, todo eso cambió con la llegada de Quinto Sertorio. El ya conocía Hispania debido a sus misiones por cuenta de Cayo Mario y por su tribunado militar con Tito Didio, durante el cual, quiero recordároslo, se ganó la corona de hierba siendo aún un muchacho. Y cuando este hombre notable y extraordinario volvió a Hispania como rebelde partidario de Mario, huyendo de las represalias, la provincia Citerior se volvió prácticamente ingobernable y la provincia Ulterior se hizo ingobernable al oeste del Betis. Como dice la carta de Cneo Pompeyo, al excelente gobernador de la Hispania Ulterior le costó casi tres años ganar una batalla contra uno de los partidarios de Sertorio, Hirtuleyo, no contra el propio Sertorio. Lo que la carta no nos reprocha es el hecho de que debido a las luchas internas en Italia hayamos dejado de nombrar gobernador para la Hispania Citerior casi dos años. ¡Eso, padres conscriptos, es como regalarle a Sertorio esa provincia!.

 

Bien, padres conscriptos, encomendasteis la misión especial a Cneo Pompeyo; yo estaba gobernando la provincia de Africa y no pudisteis encontrar a nadie capaz de llevar a cabo la tarea de aplastar a Quinto Sertorio. Enviasteis a Cneo Pompeyo con seis legiones y mil quinientos soldados de caballería... las cifras que da Cneo Pompeyo en su carta, consideradas adecuadas para la empresa. ¡ Las cifras correctas!.

 

Si examinamos la hoja de servicios de Cneo Pompeyo, resulta impresionante. Y Pompeyo es lo bastante joven para ser flexible, adaptable a todas las cualidades que los hombres pierden con el entusiasmo juvenil. Contra cualquier otro enemigo de Roma, lo más probable es que seis legiones y mil quinientos soldados de caballería hubiesen bastado, pero Quinto Sertorio es un caso muy particular. No le hemos vuelto a ver desde la época de Cayo Mario, y yo personalmente le considero mejor general que Mario. Así pues, las primeras derrotas de Pompeyo no son de extrañar. Le abandonó la suerte y ya está. Porque se ha enfrentado a uno de los mejores estrategas que ha tenido Roma. ¿Acaso lo dudáis?. ¡ Pues no lo dudéis porque es la verdad!.

 

No obstante, hasta el más consumado estratega tiene su manera de pensar. El gobernador de la provincia Ulterior, nuestro buen Pío, lleva ya en Hispania tiempo suficiente para entender la manera de pensar de Sertorio. Yo le felicito por ello. Sinceramente, no pensaba yo que valiera tanto. Pero no puede vencer solo a Sertorio. El escenario bélico es muy extenso, es equivalente al de Italia durante nuestra guerra interna. No se puede estar en el norte y en el sur al mismo tiempo, y entre las dos partes existe una gran barrera montañosa.

 

Enviasteis a otro hombre, un simple caballero al que otorgasteis una especie de corona militar, para gobernar la provincia Citerior. ¿Cómo le definiste, Filipo? Non proconsule sed pro consulibus. Le disteis a entender que le enviabais con tropas suficientes y bien provisto de dinero. ¡Ah, si claro, él estaba deseoso de acometer la empresa!. A los veintinueve años y siendo un curtido veterano, ¿qué militar no lo habría estado?. ¡Anhelaba acometer la empresa, y hasta hubiera estado dispuesto a partir con menos efectivos!. ¡ Podríais haberle hecho ir con cuatro legiones y quinientos soldados de caballería!.

 

Ya sé que algunos pensáis que fue unaástima no haberlo hecho, porque ya ha perdido más hombres desde que está allí. Lo cual me lleva al punto crucial del asunto. ¿Cómo espera Roma parar los pies a un hombre como Quinto Sertorio, sin estar dispuesta a enviar a Hispania el dinero y las tropas que puedan garantizarlo?. ¡Ni Quinto Sertorio hubiera podido hacer frente a la guerra que Pompeyo y Pío habrían debido hacerle en dos frentes, ¡cada uno de ellos al mando de diez legiones y tres mil soldados de caballería!. ¡La carta de Pompeyo acusa a esta cámara de haber perdido la guerra... y yo estoy de acuerdo con ese criterio!. ¿Cómo puede esta cámara esperar milagros si no paga a los magos para que los hagan?. Esta cámara debe encontrar los medios para pagar las deplorablemente inadecuadas legiones de Pompeyo y Pío, y debe hallar los medios para enviar a Pompeyo al menos dos legiones. Cuatro serían mejor.

 

Ya sé que la mayoría de vosotros estáis totalmente de acuerdo con lo último que he dicho, pero al mismo tiempo estáis pensando, y con razón, que no tenemos dinero. ¡No tenemos dinero!. Y si es así, pues hay que encontrarlo, o Roma acabará perdida antes de lo que imaginamos.

 

La cuestión es que el dinero tenemos que encontrarlo, y nos hemos de preguntar ¿dónde?. Ya sé que hace tres años que no nos llegan rentas sustanciales de Hispania. La provincia Ulterior no puede explotar las minas de los montes Marianos al sur de Orospeda, y la provincia Citerior no puede explotar las minas cercanas a Cartago Nova. Los tiempos en que el Erario ingresaba veinte mil talentos en oro, plata, plomo y hierro de Hispania han pasado, al no disponer de esas minas. Aparte de que los acontecimientos de estos últimos quince años han reducido nuestros ingresos de la provincia de Asia a un nivel bajísimo desde que la heredamos hace más de cincuenta y cinco años. Estamos en guerra en Iliria, Macedonia y en la Galia Transalpina. Incluso han llegado rumores de que el rey Mitrídates vuelve a sublevarse, aunque no es seguro. Y si muere Nicomedes de Bitinia, la situación en Oriente será aún más precaria.

 

Ahora mismo, negar a los gobernadores de Hispania dinero y tropas porque se prevén acontecimientos al otro extremo del Mare Nostrum, que tal vez no se produzcan, es una verdadera estupidez, y todos lo sabéis.

 

Algunos estáis pensando que Cneo Pompeyo y Quinto Pío tienen que amoldarse a las circunstancias porque no les podemos mandar dinero a Hispania, y menos tropas. Si dejamos que eso sea así, habrá un nuevo cometa en el cielo de Roma. La cabeza será leal y la formará el arruinado Cneo Pompeyo que vuelve a toda marcha con su harapiento ejército. ¡ Pero la cola... ah, la cola!.  La cola la constituirán Quinto Sertorio y los bárbaros de Hispania. Incrementada por los volscos, los voconcios, los alóbroges, los helvios... y, sin duda, por los boyos y los insubros de la Galia itálica; y eso sin contar los ligures y los vagienos. Y supongo que esto no lo podemos consentir, con lo que yo sugiero, padres conscriptos, que convoquemos a los administradores del Erario y a los expertos en impuestos para ver la manera de allegar la suma que la guerra de Hispania necesita para que Metelo Pïo y Pompeyo puedan derrotar juntos a Sertorio. Sugiero también que encontremos algunas legiones y un escuadrón o dos de caballería, y se lo mandemos pronto, junto con el dinero que necesitan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario