lunes, 6 de abril de 2020

DEDICATORIA DE CORNELIO TÁCITO A SU SUEGRO CNEO JULIO AGRÍCOLA



Si existe una mansión para los espíritus de los justos; si, como afirma el sabio, las grandes almas no perecen con el cuerpo, tranquilo, ¡oh, padre!, sea tu descanso. Apártanos, a los de tu familia, de las débiles lamentaciones y del afeminado duelo, para que contemplemos tus virtudes, en presencia de las cuales el pesar y la lamentación son un pecado. Honrémosle del mejor modo: con nuestra admiración, con nuestra alabanza constante, y si nuestras fuerzas lo permiten, incluso siguiendo tu ejemplo. He aquí el verdadero honor, el verdadero afecto de las almas enlazadas estrechamente a la tuya. A tu hija y a tu viuda las induciré a que reverencien la memoria de su padre y marido, ensalzando sin cesar sus actos y dichos, estimando su presencia espiritual por encima de su presencia física. No es que yo condene rotundamente las representaciones en mármol o bronce. Pero la imagen del rostro humano, como el rostro mismo, es débil y perecedera, mientras que la esencia del alma es eterna, sin que pueda ser captada y expresada con el material y la habilidad de un extraño, sino sólo por uno mismo en su propia vida. Todo lo que en Agrícola merecía nuestro amor y admiración perdura y perdurará en los corazones de los hombres, a través de infinitas edades, en las crónicas de la fama. Muchos de los grandes hombres de la Antigüedad caerán en el olvido, borrados su nombre y su fama. La historia de Agrícola se ha relatado a la posteridad y por esto él vivirá.

( Cornelio Tácito )









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