viernes, 3 de abril de 2020

COLONIZACIÓN GRIEGA DE LIBIA


 
Teras, hijo de Autesión, nieto de Tisámeno, bisnieto de Tersandro y tataranieto de Polinices, se disponía a partir de Lacedemonia para fundar una colonia. En la isla que en la actualidad recibe el nombre de Tera, la misma que antes se llamaba Caliste, vivían unos descendientes del fenicio Membliarao, hijo de Pecilas. Resulta que Cadmo, hijo de Agenor, cuando regresaba a Europa, arribó a la isla que en la actualidad se llama Tera. Y al arribar a dicho lugar, ya fuera que el terreno le agradara o que, por algún otro motivo, le viniera en gana hacer lo que hizo, el caso es que en esa isla dejó a varios fenicios y, entre ellos, a Membliarao, uno de sus parientes. Estas gentes habitaron la isla llamada Caliste por espacio de ocho generaciones antes de que Teras llegara procedente de Lacedemonia. Pues bien, tomando consigo gente de las tribus, Teras se dispuso a partir hacia dicha isla con la intención de formar una misma comunidad con sus habitantes y sin ánimo alguno de expulsarlos, sino ansiando ganarse su amistad sinceramente. Y como, por su parte, los minias que habían escapado de la prisión estaban asentados en el Taigeto y los lacedemonios tenían el propósito de matarlos, Teras intercedió para que no se produjera una carnicería y se comprometió a sacarlos personalmente del país. Los lacedemonios se mostraron de acuerdo con esta proposición y Teras partió con tres trieconteros para reunirse con los descendientes de Membliarao, aunque no se llevó a todos los minias, sino sólo a unos pocos. Y por su parte la isla recibió la denominación de Tera en honor de su colonizador Grino, hijo de Esanio, que descendía del susodicho Teras y que era rey de la isla de Tera, llegó a Delfos llevando consigo una hecatombe ofrecida por su ciudad. Le acompañaban varios conciudadanos suyos y, entre ellos, Bato, hijo de Polimnesto, que pertenecía a la familia de Eufemo, uno de los minias. Pues bien, cuando Grino, rey de los tereos, estaba consultando al oráculo sobre otras cuestiones, la Pitia le respondió que fundara una ciudad en Libia. Entonces el rey le respondió en estos términos: «Yo, Señor, ya soy demasiado viejo e incapaz para llevar a cabo la empresa; impón, pues, esta tarea a cualquiera de los jóvenes aquí presentes». Y al tiempo que decía estas palabras, señalaba a Bato. Por el momento eso fue todo. Pero, posteriormente, una vez de regreso, hicieron caso omiso del oráculo, pues no sabían en qué parte de la tierra se encontraba Libia y no se atrevían a enviar una colonia a un destino desconocido. Despacharon emisarios a Creta para que se informase de si algún cretense o algún meteco había llegado hasta Libia. De Tera, primeramente, zarparon unos exploradores. Los de Tera decidieron enviar, de cada dos hermanos, al que la suerte designase, y que hubiese expedicionarios de todos los distritos, que eran siete; su jefe, a la par que rey, sería Bato. Así pues, enviaron a Platea dos penteconteros. Resulta que, cuando Bato se hizo un hombre, se dirigió a Delfos para formular una consulta sobre su voz; y, a su pregunta, la Pitia le dictó la siguiente respuesta: «Bato, a preguntar por tu voz has venido; pero el Soberano Febo Apolo te envía a Libia, tierra de pingües rebaños, a fundar una colonia». Entonces él le respondió en los siguientes términos: «Señor, yo he acudido ante ti para formularte una consulta a propósito de mi voz; tú, en cambio, me respondes hablándome de otras cosas, de unos imposibles al ordenarme que funde una colonia en Libia; ¿con qué medios? ¿con qué colonos?». Dado que los de Tera ignoraban la causa de sus desdichas, despacharon emisarios a Delfos para que consultaran al oráculo sobre los males que les aquejaban. Por su parte la Pitia les respondió que todo iría mejor si iban con Bato a colonizar Cirene en Libia. Tras esta respuesta, los tereos enviaron a Bato con dos penteconteros. Colonizaron una isla situada en la costa libia, cuyo nombre, como ya he indicado anteriormente, es Platea. En dicha isla vivieron por espacio de dos años- El dios no los eximía de fundar la colonia hasta que acabaran llegando a la mismísima Libia. Y, al arribar a la isla, recogieron al que habían dejado allí y colonizaron un paraje de Libia propiamente dicha, situado en frente de la isla, cuyo nombre era Aciris, paraje al que por dos lados encuadran hermosísimos sotos, así como un río que corre por el flanco restante.

( Heródoto )







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