Se conservaba muy bien si
realmente se acercaba a los treinta y siete años de edad, decidió César, e iba
vestida de forma elegante con una túnica vermellón, cuyo color se parecía peligrosamente
a la llama de la toga de una prostituta, aunque a pesar de ello lograba parecer
intachablemente respetable. ¡Sí, era lista!. Llevaba el cabello, espeso y tan
negro como los reflejos, que eran más azules que rojos, peinado hacia atrás y
separado por una raya en el centro, lo que hacía que ambas partes se reunieran
con un mechón separado que le cubría la parte superior de cada oreja, y luego todo
el conjunto iba atado en un moño justo en el nacimiento del cuello. Algo poco corriente,
pero también muy respetable. La boca pequeña y en cierto modo fruncida, una
hermosa piel tersa y blanca, los ojos negros de pesados párpados bordeados de
largas pestañas rizadas, unas cejas que sospechó que ella se depilaba muchísimo
y -lo más interesante de todo- una ligera flaccidez en los músculos de la
mejilla derecha que también había observado en el hijo de aquella mujer, Bruto.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
domingo, 8 de diciembre de 2019
CÉSAR CONTEMPLA A SERVILIA POR PRIMERA VEZ
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