jueves, 1 de enero de 2015

EL PATERFAMILIAS MARCO LIVIO DRUSO OBLIGA Y EXIGE A SU HERMANA LIVIA DRUSA A CASARSE Y A HACER FELIZ AL HIJO DEL CONSULAR QUINTO SERVILIO CEPIO


-Es un placer hacerte feliz, Livia Drusa, siempre que te comportes como una buena romana y hagas lo que debes. Espero que te muestres con Quinto Servilio como cualquier joven a quien alegra el matrimonio. Le dirás que te complace y le tratarás con absoluta deferencia, respeto, interés y dedicación. En ningún momento, ni siquiera en la intimidad del dormitorio cuando estéis casados, le darás el más minimo indicio de que no es el marido que deseas. ¿Comprendes? -inquirió con severidad.

-Comprendo, Marco Livio -respondió ella.

-Ven conmigo.



La condujo al atrium, en cuyo rectángulo cenital comenzaba a clarear la luz perlada, más pura que la de las lámparas y más débil pero más luminosa. En la pared había un pequeño altar a los dioses del hogar, los Lares y los Penates, flanqueados por unas preciosas miniaturas de templos que albergaban las imágenes de los hombres famosos de la familia, desde su difunto padre el censor hasta los primeros antepasados. Y allí, Marco Livio Druso le hizo prestar el terrible juramento a los terribles dioses romanos, carentes de imagen y mitología, de humanidad, simples personificaciones de cualidades mentales y no divinidades con figura de seres reales; y para no incurrir en su desagrado, Livia Drusa juró ser una amante esposa de Quinto Servilio Cepio hijo.


( C. McC. )


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