jueves, 19 de enero de 2023

QUINTILIANO DICE SOBRE LOS BUENOS MAESTROS

“Ante todo debe adoptar la actitud de padre para con sus alumnos y considerarse como en el puesto de los que han confiado a sus hijos a su   cuidado. No debe ser vicioso ni tolerar el vicio en los demás. Debe ser severo sin pesi­mismo y complaciente sin debilidad; de lo contrario, el rigor le hará odioso y la complacencia despreciable. Debe insistir de mil maneras en el lado positivo de la bondad y del ho­nor: cuanto más los estimule menos tendrá que castigarlos. Debe controlar su genio, aunque sin cerrar los ojos a las faltas que exigen corrección. Debe ser directo en su enseñanza, estar dispuesto a tomar sobre sí cualquier molestia y estar en todo sin estorbar. Debe contestar gustoso a las preguntas e interrogar a los que no preguntan. Al alabar las composiciones de sus alumnos no debe mostrarse ni ta­caño ni efusivo: porque la tacañería desanima en el trabajo y la excesiva efusividad engendra vana complacencia. Al co­rregir las faltas no debe mostrarse duro y, por supuesto, jamás debe recurrir al insulto. Hay maestros que al regañar dan la impresión de aversión, y esto produce como efecto inmediato el desalentar a muchos en el estudio... Cuando se sabe instruir debidamente a los alumnos, éstos miran a sus profesores con afecto y respeto. Apenas es posible ex­presar con cuánta mayor voluntad nos sentimos inclinados a imitar a aquellos que nos agradan.”




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