martes, 4 de diciembre de 2018

DISCURSO DEL CÓNSUL SILA A SUS LEGIONES ACAMPADAS EN CAPUA SOBRE QUE LA ASAMBLEA PLEBEYA LE HA DESPOJADO DEL MANDO DE LA GUERRA CONTRA MITRÍDATES PARA DÁRSELO A CAYO MARIO



¡Bien, soldados,por lo visto, finalmente no vamos a luchar contra Mitrídates!. Habéis estado aquí sin hacer nada mientras los que tienen el poder en Roma, ¡y no son los cónsules!, adoptaban una decisión. Y ahora ya la han adoptado. El mando de la guerra contra Mitrídates del Ponto se otorga a Cayo Mario por decisión de la Asamblea plebeya. Ya no hay Senado en Roma y no quedan suficientes senadores para alcanzar el consenso. Por consiguiente, todas las decisiones sobre asuntos bélicos y militares las asume la plebe, bajo la dirección de su tribuno, Publio Sulpicio Rufo.

 

Naturalmente, la realidad es que yo soy el cónsul legalmente elegido y que el mando me corresponde por derecho, y el Senado de Roma me otorgó un imperium proconsular mientras dure la guerra contra Mitrídates del Ponto. ¡Tengo derecho a ello!. He elegido las legiones que van conmigo. Os he elegido a vosotros. Hombres que habéis estado conmigo a las duras y a las maduras, campaña tras campaña. ¿Cómo no iba a elegiros?. Os conozco y me conocéis. No os tengo afecto, aunque creo que Cayo Mario sí que se lo tiene a sus soldados. Y espero que no me tengáis afecto, aunque creo que los soldados de Cayo Mario sí le tienen afecto. Pero es que yo nunca he creído que sea necesario tenerse afecto para hacer lo que hay que hacer. ¿Por qué iba yo a teneros afecto?. ¡Sois una pandilla de canallas malolientes de todos los tugurios y cloacas de dentro y fuera de Roma!. ¡Pero, por los dioses, cómo os respeto! . ¡Os he pedido una y otra vez esforzaros al máximo y, por los dioses, nunca me habéis defraudado!.

 

¡Así que, aquí, todos estábamos dispuestos a ir a combatir a Mitrídates cruzando el mar hasta Grecia y Asia Menor!. No a hollar las cosechas de nuestra querida Italia ni aviolar mujeres itálicas. ¡Ah, qué campaña habría sido!. ¿Sabéis el oro que tiene Mitrídates?. ¡Montañas de oro!. ¡Más de setenta reductos sólo en Armenia Menor llenos hasta arriba de oro!. Un oro que habría sido nuestro. ¡Ah, no quiero decir que Roma no se hubiera llevado su parte... y más!. ¡Hay tanto oro que habríamos podido bañarnos en él!. ¡Roma... y nosotros!. Y no hablemos de las fantásticas mujeres asiáticas. Esclavas para todos. Lo mejor para un soldado.

 

Pero no va a ser así, soldados. Nos ha relevado de esa tarea la Asamblea plebeya. Un organismo del que ningún romano se espera que le diga quién tiene que combatir y quién debe ostentar el mando. Pero es legal, me dicen. ¡Pero no puedo por menos de preguntarme si será legal fastidiar al primer cónsul en el año de su cargo!. Yo estoy al servicio de Roma; igual que vosotros. Pero más vale que os despidáis de vuestros sueños de oro y mujeres exóticas. Cuando Cayo Mario vaya a Oriente a combatir con Mitrídates del Ponto, lo hará a la cabeza de sus legiones. No va a querer llevar las mías.


No hay comentarios:

Publicar un comentario