La mocedad nacida en este cieno no lleno el mar con
sangre de Cartago, ni venció a Pirro o Antioco potentes ni la soberbia del
terrible Aníbal: fue la prole viril de agrestes milites, bien ensenada a
remover la gleba con la azada sabina, y, por arbitrio de una severa madre, a
cortar leños.
HORACIO, ODAS 3, 6
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