Ab Urbe condita (AUC) es una expresión
latina que significa «desde la fundación de la Ciudad» (de Roma), que se sitúa
conforme al cálculo de Marco Terencio Varrón en el tercer año de la sexta
olimpiada, 753 a. C., aunque se manejaban también otras fechas, como el primer
año de la séptima olimpiada según Catón el Viejo. Por lo tanto, el año
1 de la era cristiana equivale al año 754 ab Urbe condita.
Desde el imperio de Claudio ( 41 a 54), este cálculo fue aceptado como
el más correcto, dado que lo utilizó este emperador para celebrar, en 48, los
ochocientos años desde la fundación de Roma. Un siglo después, también lo
emplearon Adriano y Antonino Pío. En 248, por último, el emperador Filipo,
el árabe, conmemoró el Milenio de la Urbe, con los Ludi saeculares que
indicaban expresamente la fecha, al mismo tiempo su rival, Pacatiano,
hacía acuñar monedas con la inscripción: "año mil y uno".
No obstante, esta expresión era utilizada raramente en la Antigua Roma para
contar los años, y de hecho existían dataciones rivales respecto del comienzo
de la era. Otra manera de computar los años era "desde la expulsión de los
reyes" (post reges exactos) es decir, desde la creación de la república en
509 a. C. Sin embargo, a efectos prácticos, los romanos nombraban los años
según el cónsul epónimo e incluso por el nombre de cualquier otro magistrado.
Así, para designar el año 216 a. C. solía decirse el año del consulado de Lucio
Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón; o para indicar el 44 a. C., el quinto
consulado de Julio César. Más tarde se empleó el sistema de contar los
años de los emperadores o, en ocasiones, tomar como inicio de la era el
comienzo de alguna dinastía (Era Seleúcida) o un evento (Era Hispánica, Era de
los Mártires)
En el siglo VI, el monje Dionisio el Exiguo calculó las fechas del ciclo
pascual a partir de la fecha de la encarnación de Cristo, fijada por él
en el 754 de la fundación de Roma, pero el nuevo sistema de cómputo no se
generalizó hasta el reinado de Carlomagno, cuando fue introducido por Alcuino
según la práctica anglosajona. Incluso siglos después, se mantuvieron en uso
las eras antiguas.
El uso de la era ab urbe condita se hizo común a partir del Renacimiento,
impulsado por la costumbre de los primeros editores de los clásicos de colocar
en los márgenes la datación AUC. Esto ha dado la falsa impresión de que esta
era se utilizaba habitualmente en la Antigüedad.
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Imagen de una de las primeras monedas romanas datadas ab Urbe condita |
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