Durante
mis consulados sexto y séptimo [28 y 27 a.C.], tras haber extinto, con los
poderes absolutos que el general consenso me confiara, la guerra civil, decidí
que el gobierno de la República pasara de mi arbitrio al del Senado y el pueblo
romano Por tal meritoria acción, recibí el nombre de Augusto, mediante
senadoconsulto. Las columnas de mi casa fueron ornadas oficialmente con laureles;
se colocó sobre su puerta una corona cívica y en la Curia Julia se depositó un
escudo de oro, con una inscripción recordatoria de que el Senado y el pueblo
romano me lo ofrecían a causa de mi virtud, mi clemencia, mi justicia y mi
piedad. Desde entonces fui superior a todos en autoridad, pero no tuve más
poderes que cualquier otro de los que fueron mis colegas en las magistraturas.
Cuando
ejercía mi decimotercer consulado [2 a.C.], el Senado, el Orden de los
Caballeros Romanos y el pueblo romano entero me designaron Padre de la Patria y
decidieron que el título había de grabarse en el vestíbulo de mi casa, en la
Curia y en el Foro de Augusto y en las cuadrigas que, con ocasión de un senado
consulto, se habían erigido en mi honor. Cuando escribí estas cosas estaba en
el septuagesimosexto año de mi vida.
(
Octavio Augusto )
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