lunes, 28 de julio de 2014

CAYO MARIO: EL ORDEN





MARIO Y LA REFORMA MILITAR

El Senado se vio desacreditado por una serie de reveses en Africa, donde un príncipe númida, Yugurta, había destronado al nieto de Masinisa, aliado de Roma. Yugurta hizo asesinar a unos comerciantes romanos y el Senado le declaró la guerra.




Arrogante y sagaz, Yugurta resistió victoriosamente, compró cómplices y hasta se atrevió a ir a Roma, de la que diría:

¡Ciudad venal, no te falta más que un comprador!






En el 109 a. de J.C. derrotó a una legión. El cónsul Metelo y su lugarteniente Mario consolidaron la situación, pero Mario no se contentó con este éxito.

Nacido en Arpino, en el Lacio, en el seno de una familia acomodada, había ingresado siendo muy joven en el ejército y, durante el sitio de Numancia, había ganado ascensos, medallas, y también cicatrices que le cubrían todo el cuerpo. Nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, se casó a su regreso con una mujer de la familia patricia Julia, futura tía de Julio César, que nacería en el año 100 a. de J.C.






Siempre había estado protegido por el poderoso Metelo, quien le llevó a Africa como legado. Mario le pidió autorización para ir a Roma y proponer su candidatura al consulado. "Espera a que mi hijo tenga la edad", le respondió el orgulloso Metelo, afectado por las pretensiones de aquel "burgués" de origen modesto.

Pero Mario se hizo elegir por el partido popular (107 a. de J.C.) y obtuvo también el mando del ejército de Africa, a expensas de su protector.




Antes de partir, llevó a cabo una amplia reforma militar: Las legiones fueron abiertas a los proletarios, hasta entonces excluidos; el ejército de ciudadanos se transformaba así en un ejército profesional.

Mario mejoró también el armamento y la organización, dividiendo la legión en cohortes, unidades tácticas que agrupaban tres manípulos.




En dos años derrotó a Yugurta (105 a. de J.C.), que murió de hambre en la prisión Tuliana.


EL TRIUNFO DE CAYO MARIO, CON YUGURTA CAPTURADO



El triunfo de Mario fue acompañado por su reelección como cónsul; parecía el único capaz de salvar a Italia de una nueva y terrible amenaza: La invasión de los cimbros y de los teutones, germanos del Báltico que habían asolado la provincia romana de la Galia, aniquilando algunas legiones en Orange (105 a. de J.C.). La devastación de Hispania los disuadió, y se dividieron en dos bandos.




Mario los exterminó cerca de Aix (102 a. de J.C.) y de Vercelli, en la llanura del Po (101 a. de J.C. Aclamado como salvador, fue reelegido continuamente cónsul (por sexta vez en el año 100 a. de J.C.), uniéndose con los tribunos de la plebe, Saturnino y Glaucio, que se aprovecharon de su confianza y protección para aterrorizar a Roma, donde se sucedieron los levantamientos.



Por orden del Senado, Mario marchó contra sus aliados, que fueron dispersados en una sangrienta batalla. Pero, desprestigiado, sospechoso a los ojos de todos, Mario partió para Oriente.


LA DERROTA DE LOS CIMBROS POR CAYO MARIO, PINTURA DE ALEXANDRE-GABRIEL DÉCAMPS






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