Esos imbéciles del Senado no
supieron ver lo importante que es conceder un pedazo de tierra a los soldados
del censo por cabezas que se licencian. Yo permití a los proletarios el acceso
al ejército y di a Roma sangre nueva en la modalidad de una clase de ciudadanos
que anteriormente eran inútiles, Y esos soldados sin fortuna del censo por
cabezas demostraron su valía en Numidia, en Aquae Sextiae y en Vercellae;
combatieron tan bien o mejor que los antiguos soldados, por muy ricos que
fuesen. ¡Pero no se les puede licenciar y dejar que vuelvan al arroyo de Roma!,
Hay que darles tierras para que se asienten. Yo sabía que la primera y la
segunda clase nunca habrían consentido que se asentasen en tierras públicas romanas
dentro de Italia, por eso promulgué leyes para que se estableciesen en sitios
alejados de provincias que necesitan repoblación. A esos lugares ellos habrían
traído Roma a las provincias, estableciendo perennes relaciones de amistad. Pero,
desgraciadamente, los personajes del Senado y los dirigentes de los caballeros consideran
que Roma es algo suyo en exclusiva, con unas costumbres y un modo de vida que
no deben esparcirse por el orbe.
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