Yo no
creo en la suerte. En toda mi vida no le he ofrecido ni un don a la diosa
Fortuna. Cada hombre forja su propia suerte. Pero también creo que la diosa
Fortuna tiene a sus favoritos entre los hombres romanos. Ella amaba a Sila, y a Cayo Mario. Y
me ama a mí, como también ama a César, a Catón, o a Cicerón. Algunos hombres
tienen la suerte que les concede la diosa, aparte de lo que hagan por sí
mismos.
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