Coged leche fresca de vaca,
aunque sería preferible que fuera de cordero que es más espesa (y más difícil
de conseguir). Luego, por cada copa de leche echáis un huevo de gallina y tres
cucharadas de miel. Se bate bien hasta que se forme espuma arriba y se le añade
una copa de vino fuerte para terminar. No pongáis el vino antes de batirlo
porque no se formaría la bonita espuma. Si tenéis un vaso de vidrio, servídselo
en él, porque tiene un precioso aspecto rosado con la capa amarilla de espuma.
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