El hombre de Dios, por la
divina inspiración de su mente profética, les indico que llevaran intramuros la
totalidad de sus modestas pertenencias a fin de que, en su expedición de
muerte, los enemigos, al no encontrar medios para el sustento humano, se vieran
prontamente obligados por la hambruna a abandonar sus crueles planes.
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