"Lograda la alianza con Antonio y Lépido,
termino también en dos batallas la guerra Filipense, a pesar de
estar débil y enfermo. En la primera le tomaron su campamento,
consiguiendo escapar con gran esfuerzo, ganando el ala que
mandaba Antonio. No mostró moderación en la victoria,
enviando a Roma la cabeza de Bruto, para que la arrojaran a los pies de la
estatua de César, aumentado así con sangrientos ultrajes los castigos
que impuso a los prisioneros más ilustres. Se refiere que a uno de estos,
que le suplica le concediese sepultura, le contesto: “Que aquel favor pertenecía a los
buitres” . A
otros, padre e hijo, que le pedían la vida, les mando la jugasen
a la suerte o combatiesen entre si, prometiendo otorgar gracia al
vencedor; el padre se arrojo entonces contra la espada del hijo, y este,
al verle muerto, se quito la vida, mientras Octavio los veía morir
complacido. Por esta causa, cuando llevaron a los otros cautivos, con la
cadena al cuello, delante de los vencedores, todos, y especialmente Marco
Favonio, el emulo de Catón, convinieron, después de
saludarle con el nombre de Imperator, en dirigirle crueles injurias. En
la distribución que siguió a la victoria, quedo encargado
Antonio de constituir el Oriente, y Octavio de llevar los veteranos a
Italia para establecerlos en los territorios de las ciudades municipales;
pero solo consiguió disgustar a la vez a los antiguos poseedores
y a los veteranos, quejándose unos que se los despojaba y los
otros de que no se los recompensaba como tenían derecho
a esperar por sus servicios.
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