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martes, 1 de noviembre de 2016

CARTA DE TERENCIA A SU ESPOSO MARCO TULIO CICERÓN, QUE LE LA SOLICITADO DIVORCIARSE DE ELLA


¿Que no me soportas?. ¿Acaso eres pobre y desgraciado?. ¿No tienes casa, esposa, hijos, ni una sola moneda de cobre en tu bolsillo?. ¿Duermes debajo de los acueductos junto con los esclavos fugitivos?. ¡No!. Eres rico y famoso, posees una casa magnífica, cuentas con la amistad de los poderosos y eres propietario de otras muchas casas, fincas, villas y granjas. Gozas de buena salud y puedes satisfacer todos tus caprichos. En tu mesa hay vajilla de oro y plata, en tus aposentos muebles de ébano y limonero, tienes vasos de Alejandría y objetos de bronce; tus paredes están recubiertas de costosos murales y tus suelos de ricas alfombras. Los banqueros se apresuran a honrar tus pagarés. Tu despacho está siempre lleno de clientes importantes. Pronto serás nombrado pretor. Y todo esto me lo debes a mi, a mi dinero, a la dote que yo aporté en nuestro matrimonio. ¡Y sin embargo me hablas de «soportar»! ¡Ten cuidado, Marco, que puede que los dioses te vuelvan la espalda por ser tan desagradecido!

 


No,  no me divorciaré de ti, Marco. El divorcio es algo odioso. Ya sé que no me amas y que quieres a Clodia, esa fulana que se perfuma el cuerpo, que es joven y se rocía el cabello con polvo de oro y no le da vergüenza exhibir sus senos. Pero yo te amo, Marco. No privaré a Tulia de su padre, al que ella adora. Despréciame y recházame, como has hecho durante tantos años, Marco.  Pero siempre me encontrarás aquí para darte la bienvenida, cada vez que te plazca darte cuenta de mi presencia, y por supuesto lo tengo claro: no pienso divorciarme de ti. 




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