Seguro que por las noches,
antes de acostarse, mira a ver si Catilina le ha puesto un león debajo de la
cama. Yo aprecio mucho a Cicerón; pero esto me parece histérico, poco razonable
e indigno de un hombre viril. Ya sabemos que Catilina está chiflado y que es un
individuo cruel y degenerado, que odia a todo el mundo; pero tampoco es seguro
que tenga ese poder que Cicerón le atribuye. El pueblo romano no haría caso a
un tipo como Catilina. Aunque cuenta con fuerzas poderosas, no son una amenaza
real para Roma. Hacer lo que Cicerón preconiza: vigilar los movimientos de los
secuaces de Catilina en todo instante y ponerlos abiertamente fuera de la ley,
no sólo provocaría carcajadas en Roma, sino que violaría la libertad
individual, repercutiendo desastrosamente sobre la propia reputación de
Cicerón. No es de creer que él desee ser llamado un violador de los derechos
del hombre, un autócrata de opiniones extremadas y un acusador de todo lo que
le disgusta.
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