Bajo
Tiberio y Cayo, Claudio y Nerón hemos sido poco menos que el patrimonio de una
familia. Por libertad se tendrá el que empecemos a ser elegidos. Con el fin de
la casa de los Julio-Claudios la adopción se encargará de encontrar el mejor,
pues nacer hijo de príncipes es un azar y ningún tribunal se detiene a examinar
más. La adopción, en cambio, requiere juicio íntegro y, si estás dispuesto a
elegir, el consenso es una señal… Aquí no pasa como en los pueblos que tienen
rey, donde no hay duda de cuál es la casa de los amos y todos los demás son
esclavos: tu gobierno habrá de ser sobre hombres que no pueden tolerar ni
completa esclavitud ni completa libertad.
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