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martes, 27 de enero de 2015

ÓRDENES DE CAYO MARIO PARA CONTROLAR Y DISPERSAR LA REVUELTA POPULAR DENTRO DEL POMERIUM DE ROMA



No olvidéis que somos romanos y que vamos a entrar en la ciudad de Roma -dijo en tono grave-. Vamos a cruzar el pomerium sin ordenar que entren las tropas de Marco Antonio. Nosotros podemos hacer frente a la situación y no hay necesidad de recurrir a un ejército profesional. Prohíbo rotundamente todo tipo de violencia que no sea la estrictamente necesaria, y os advierto solemnemente, en particular a los jóvenes, que no ha de alzarse una sola espada contra quien no esgrima la espada. Llevad bajo el escudo palos y estacas y sacudid de plano con la hoja de la espada. Siempre que podáis, arrebatad las armas de madera a los revoltosos, envainad la espada y atacad con la madera. ¡No quiero montones de cadáveres en el corazón de Roma! Traería mala suerte a la república y sería su fin. Lo que tenemos que hacer hoy es evitar la violencia, no causarla.

 

Sois mi ejército -prosiguió imperturbable-, pero pocos de vosotros habéis servido a mis órdenes hasta hoy. Así que tomad buena nota de mí única advertencia: quienes desobedezcan mis órdenes o las de mis legados morirán. No es momento de andarse con distingos ni facciones. Hoy no hay clases de romanos; sólo romanos. Sé que hay entre vosotros muchos que detestan a los proletarios y a los de las clases humildes, pero yo os digo, ¡oídlo bien!, que un proletario es un romano, y que su vida es tan sagrada y bajo el amparo de la ley como la mía y la vuestra. ¡¡No habrá ningún baño de sangre!! Si reparo en un solo conato de matanza, me acercaré en persona a donde lo vea y alzaré mí espada contra quien sea, y, con arreglo a las cláusulas del decreto del Senado, sus herederos no podrán exigirme responsabilidad alguna si lo mato. Recibiréis órdenes solamente de dos personas: de mi y de Lucio Cornelio Sila. No de ningún otro magistrado curul al que el decreto confiera potestad. No atacaremos mientras no lo ordenemos yo o Lucio Cornelio. Y lo haremos lo más suavemente posible. ¿Entendido?


( C. McC. )


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