Sin
duda, Cayo Pompeyo, estarás al tanto de lo que sucede en Roma; el imprudente proceder
de Lucio Cinna, por no hablar de su rebaño amaestrado de tribunos de la plebe.
Yo creo, mi amigo y colega del norte, que nos conocemos lo suficiente, al menos
por la fama -y lamento que nuestra carrera haya impedido una amistad más
estrecha-, para saber que nuestros propósitos e intenciones son iguales. Yo
encuentro en ti un conservadurísmo y un respeto por la tradición comparable a
los míos y sé que no sientes afecto por Cayo Mario. Y me atrevería a decir que
tampoco por Cinna.
Si de
verdad crees que Roma estaría mejor servida enviando a Cayo Mario y sus legiones
a luchar contra Mitrídates, más vale que rompas la presente ahora mismo. Pero si
prefieres que sea yo y mis legiones quienes hagamos la guerra a Mitrídates,
sigue leyendo.
Tal
como están ahora mismo las cosas en Roma, me veo impotente para iniciar la empresa
que habría debido poner en marcha el año pasado antes de que expirase mi
consulado. En lugar de embarcarme para Oriente, me veo obligado a quedarme en
Capua con tres de mis legiones para tener la garantía de que no me despojan del
imperium, me detienen y me juzgan por el horrendo crimen de reforzar el mos
maiorum. Cinna, Sertorio, Virgilio, Magio y todos esos hablan de traición y
asesinato, claro.
Aparte
de mis legiones de Capua y las dos que hay ante Aesernia y la otra en Nola, las
tuyas son las únicas que quedan en Italia. Puedo confiar en que Quinto Cecilio
en Aesernia y Apio Claudio en Nola respalden mis actos durante el consulado,
pero te escribo para preguntarte si puedo confiar también en ti y en tus
legiones. Porque podría muy bien suceder que en cuanto abandonara Italia nada
contuviera a Cinna y sus amigos. En su momento no tendré ningún inconveniente en
aceptar las consecuencias. Te aseguro que si regreso victorioso de Oriente, se la
haré pagar a mis enemigos.
Lo
que me preocupa es mi actual situación. Necesito suficiente margen de tiempo
para abandonar Italia, y -como muy bien sabes- eso puede convertirse en cuatro
o cinco meses más. Los vientos del Adriático y el Jónico en la actual estación
son de lo más caprichoso y abundan las tormentas. Y no puedo poner en peligro
tropas que Roma tanto necesita.
Cneo
Pompeyo, ¿podrías encargarte de comunicar a Cinna y los suyos que estoy legalmente
nominado para emprender esta guerra en Oriente? ¿Y que si intentan entorpecer
mi marcha lo pasarán mal? ¿Que, al menos de momento, dejen de fastidiar?
Te
ruego que me consideres tu amigo y colega en todos los aspectos si crees que
puedes darme una respuesta afirmativa. Espero con ansiedad tu respuesta.
( C.
McC. )
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