Magistrados de la República |
Caída de los reyes y comienzos de la República (509-275 a. de J.C.)
En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.
De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populus que romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.
En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.
El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.
Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).
Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).
En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.
Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).
El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).
Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.
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