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lunes, 19 de junio de 2023

RESTRICCIONES Y REQUISITOS PARA SER UNA VESTAL EN LA ANTIGUA ROMA

Los que han escrito sobre la “consagración” de las Vestales, y entre ellos el más escrupuloso es Antistio Labeón, han afirmado que es sacrilegio tomar a una niña menor de seis años o mayor de esa edad, así como a una niña que no tenga padre o madre, sea tartamuda, medio sorda o marcada por alguna tara corporal, o a una niña que se haya emancipado o cuyo padre lo haya sido, o se encontró, viviendo su padre, bajo la potestad de su abuelo; del mismo modo aquella cuyos padres, o uno u otro o los dos, han sido esclavos o ejercen profesiones infamantes. Pero aquella cuya hermana ha sido escogida para este sacerdocio tiene derecho, según dicen, de ser excluida; igualmente, aquella cuyos padres es flamen, augur, quindecimviro elegido para las ceremonias sagradas, septemviro epulón o salio. Se tiene también la costumbre de conceder la dispensa de este sacerdocio a la desposada con un pontífice y a la hija del dignatario elegido para las trompetas de las ceremonias sagradas. Ateyo Capitón asegura, por otra parte, en sus escritos que no se debe elegir a la hija de un hombre que no tenga su domicilio en Italia y hay que excluir a aquellas cuyo padre tenga tres hijos. Una virgen vestal desde que ha sido consagrada, llevada al atrio de Vesta y entregada a los pontífices, al punto sin emancipación y sin pérdida de personalidad jurídica sale de la potestad paterna y adquiere el derecho de redactar su testamento. Sobre la costumbre y el rito según el cual se realiza la elección no hay documentos de alguna antigüedad a no ser que quien fue elegida la primera lo fue por el rey Numa. Pero hemos encontrado la ley Papia, que prescribe que veinte jóvenes sean escogidas al arbitrio del sumo sacerdote y que se haga una tirada a suerte entre ellas en asamblea… La tirada a suerte prevista por la ley Papia no parece más necesaria ahora, en efecto, si un hombre de buen nacimiento alcanza el sumo pontificado y ofrece a su hija para el sacerdocio, puesto que se puede tener cuenta de esta candidatura sin violar las reglas religiosas, el senado concede dispensa de la ley Papia.

 

( Aulo Gelio)

 

El texto es un extracto de las "Noches áticas" de Aulo Gelio, un jurista y escritor romano del siglo II d.C. . Es una obra variada que contiene diferentes anécdotas sobre historia, literatura, filosofía, derecho, ciencia y otros asuntos que el autor fue recopilando durante sus viajes por el Ática y por Roma. El extracto corresponde al primer libro, capítulo 12, y habla sobre la selección y el régimen de las vírgenes vestales, unas sacerdotisas consagradas al culto de la diosa Vesta en la antigua Roma.

 

El texto muestra una visión muy machista y excluyente hacia las mujeres. La selección de las vestales se hacía con criterios muy exigentes que descartaban a niñas con ciertas características físicas, como ser balbuciente, medio sorda o tener algún "defecto corporal". También se descartaba a las hijas de personas de oficios considerados "infames" o cuyos padres habían sido esclavos. Estos criterios reflejan una mentalidad antigua que desprecia a las mujeres y perpetúa prejuicios discriminatorios basados en el aspecto físico o la ocupación de sus padres. 

Además, se mencionan exclusiones basadas en el rango social de los padres, como los flámines, augures o aquellos que participaban en ritos sagrados. Estos criterios impedían el acceso de las mujeres a puestos religiosos relevantes y perpetuaban una jerarquía social que beneficiaba a ciertos grupos. Por otro lado, el texto también menciona la exención de ciertas restricciones para las casadas con pontífices o hijas de dignatarios. Esto indica que, en algunos casos, el estatus social y los privilegios familiares podían influir en la elección de las vestales, lo cual contradice la idea de una selección basada en cualidades individuales.

 

El extracto también refleja la mentalidad y los valores de la sociedad romana, que exigía a las vírgenes vestales una pureza física y moral absoluta, así como una lealtad inquebrantable a su deber sagrado. Las vestales disfrutaban de un gran respeto y honor, pero también estaban sujetas a una rigurosa disciplina y control. Su castidad era esencial para el bienestar de la ciudad y su infracción se castigaba con la muerte.


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