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miércoles, 14 de junio de 2023

FILIPO II EL JOVEN, EL NIÑO-EMPERADOR QUE MURIÓ A LOS ONCE AÑOS

Filipo II el Joven, cuyo nombre completo era Marco Julio Severo Filipo, nació en el año 237 d.C. en Roma, siendo el hijo del emperador Filipo el Árabe y su esposa, Marcia Otacilia Severa. Su padre era un general que había ascendido al poder tras derrocar al emperador Gordiano III, y que había logrado mantener la paz con los persas y los godos. Su madre era una noble romana de origen equestre, que se distinguió por su piedad y su caridad.

 

Desde pequeño, Filipo II fue criado en un ambiente de poder y prestigio, siendo educado  para ser el heredero de su padre, y recibió el título de César cuando tenía solo siete años. A los diez años, fue nombrado cónsul junto con su padre, y al año siguiente fue elevado al rango de Augusto y co-emperador. Filipo el Árabe tenía grandes ambiciones para su dinastía y deseaba asegurar el futuro de su familia en el poder. Aunque era muy joven, su padre le confió el gobierno de Roma y de Italia, mientras él se ocupaba de las fronteras del imperio. Aunque era joven e inexperto, se esperaba que Filipo II se convirtiera en el heredero de su padre y continuara con la dinastía de los Severos.

 

Filipo II era un niño inteligente y curioso, que mostraba interés por la cultura griega y la religión cristiana. Según algunas fuentes, su madre era cristiana o simpatizante del cristianismo, y le inculcó al joven emperador el respeto por los seguidores de esa fe. Se dice que Filipo II fue el primer emperador romano bautizado. Sin embargo, la vida de Filipo II se vio ensombrecida por los conflictos internos del Imperio Romano. Durante el reinado de su padre, hubo numerosas revueltas y amenazas a la estabilidad del imperio. A pesar de estos desafíos, Filipo II demostró ser un joven astuto y perspicaz, aprendiendo rápidamente de las complejidades del gobierno y el arte de la diplomacia.

 

Su reinado fue breve y turbulento, pues tuvo que enfrentarse a varias rebeliones y usurpaciones. La más grave fue la de Decio, un general que se sublevó en Iliria y que marchó hacia Italia con un gran ejército. Filipo el Árabe salió a su encuentro, pero fue derrotado y muerto en la batalla de Verona en el año 249 d.C. Cuando su padre el emperador Filipo el Árabe fue asesinado durante una campaña militar en Mesopotamia,  Filipo II, con tan solo once años, se convirtió en el emperador más joven de la historia romana.

 

Cuando la noticia de la muerte de su padre llegó a Roma, Filipo II fue también asesinado por la guardia pretoriana, que lo consideraba un usurpador. Murió en los brazos de su madre, a la edad de once años. Su cuerpo fue arrojado al Tíber, y su memoria fue condenada por el Senado. Decio se convirtió en el nuevo emperador, e inició una persecución contra los cristianos.

 

Filipo II el Joven fue un emperador efímero, pero no por ello menos importante. Su vida refleja las tensiones y las crisis del siglo III d.C., una época de cambios políticos, sociales y religiosos en el imperio romano.

 

Cabe decir que según algunas fuentes, Filipo II era conocido por su aprecio por la cultura griega y el legado de Alejandro Magno. Se dice que llevaba consigo una estatua del famoso conquistador macedonio y, en ocasiones, se sentaba frente a ella para discutir asuntos políticos y estratégicos, como si estuviera buscando consejo de su antepasado.

 

El historiador Herodiano, que vivió en el siglo III d.C., mencionó a Filipo II el Joven en su obra "Historia del Imperio Romano desde Marco Aurelio hasta Gordiano III". Describió a Filipo II como un niño virtuoso y de buen carácter, pero señaló que no tuvo tiempo suficiente para demostrar su valía debido a su asesinato prematuro. Por su parte, San Cipriano, un influyente obispo y escritor cristiano del siglo III d.C., hizo referencia a Filipo II el Joven en sus escritos. En una de sus cartas, lamentó la trágica muerte del joven emperador y destacó su supuesto bautismo cristiano, aunque no se ha confirmado históricamente.




El famoso historiador británico Edward Gibbon, en su obra "Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano", también mencionó a Filipo II el Joven como un emperador efímero y desafortunado. Gibbon resaltó la brevedad y las circunstancias trágicas de su reinado, señalando que "el emperador Filipo fue menospreciado, despreciado y asesinado". Y por último resaltaría el testimonio de Eutropio, un historiador romano del siglo IV d.C., que mencionó brevemente a Filipo II el Joven en su obra "Brevarium Historiae Romanae". Lo describió como un emperador joven y prometedor, que fue víctima de la conspiración y la violencia política en su tiempo.

 

Estas anécdotas, citas y testimonios proporcionan algunos destellos de la figura de Filipo II el Joven y su breve pero significativo papel en la historia romana. Aunque su reinado fue efímero, su vida y muerte han dejado una huella en la memoria histórica y han sido objeto de interés y estudio por parte de autores antiguos y modernos, por ser el emperador romano más joven que conoce la Historia.

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