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lunes, 12 de octubre de 2020

JULIANO EL APÓSTATA DICE SOBRE LOS HEREDEROS DE CONSTANTINO

 

De acuerdo con el testamento de Constantino, el imperio fue dividido entre los tres hijos sobrevivientes, cada uno de los cuales ya había sido elevado al rango de césar. (Todos los niños de escuela saben esto, pero ¿lo sabrán siempre?).  A los veintiún años Constantino II fue a la prefectura de Galia. Constancio, a  os veinte, a Oriente. Y a los dieciséis, Constante a Italia e Iliria. Cada uno debió asumir automáticamente el título de Augusto. Sorprendentemente, esta división del mundo se realizó en forma pacífica. Después del funeral (al que yo no asistí por ser demasiado joven), Constantino II se retiró inmediatamente a su capital en Vienne, Francia. Constante partió para Milán. Y Constancio ocupó el Sagrado Palacio en Constantinopla.

Entonces comenzaron los asesinatos. Constancio sostuvo que existía u complot para acabar con su vida, instigado por los hijos de Teodora, legítima esposa de su abuelo Constancio Cloro, cuya concubina Elena, madre de Constantino, había sido rechazada cuando su padre fue elevado al rango de emperador. Sí, todo esto puede sonar a embrollo para los que lo lean, pero para nosotros, cogidos en la trama, estas relaciones eran tan evidentemente criminales como las de la araña y la mosca.



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