He posado mis ojos sobre la
muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua
de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la
enorme obra de las altas Pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi
la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles
perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció
jamás tan grande.
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