También reclutó a sesenta
humildes soldados rasos de cada legión para que trabajaran como sus agentes privados,
un hombre por centuria; su trabajo sería hacer correr la voz de la generosidad
y la constancia de César e informar también de cualquier alborotador. Les
ordenó que hablaran del ejército como de una carrera a largo plazo que sin duda
convertiría a un soldado en un hombre relativamente acomodado al final de quince
o veinte años de servicio. La generosidad estaba bien, pero un empleo seguro, regular
y bien pagado era mejor, ése era el mensaje de César Octavio. Sé leal a Roma y
a César, y Roma y César siempre cuidarán de ti, incluso cuando no haya ninguna
guerra que luchar. Las tareas de guarnición permitían la vida familiar en el
puesto. ¡El ejército era una carrera más que atractiva!. Así, incluso en esa
etapa muy temprana, César Octavio comenzó a preparar a los legionarios para la
idea de un ejército permanente.
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