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domingo, 22 de marzo de 2020

PROCOPIO DE CESÁREA RELATA LA INCAPACIDAD DEL EMPERADOR HONORIO



Se cuenta que entonces en Rávena uno de sus eunucos, evidentemente un cuidador de aves, le comunicó al emperador Honorio que Roma había perecido. Y éste, a voz en grito, exclamó: «¡Y, sin embargo, hace un momento que ha comido de mi mano!». El caso es que él tenía un gallo de gran tamaño cuyo nombre era Roma. El eunuco, comprendiendo el significado de sus palabras, le aclaró que era la ciudad de Roma la que había perecido a manos de Alarico, y el emperador, sintiéndose aliviado, le atajó diciendo: «Pero yo, amigo mío, pensaba que era mi gallo Roma el que había muerto». A tal grado de estupidez, según dicen, había llegado este emperador.




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