Tu lecho es una roca árida o una fina manta sobre el suelo; pasas las
noches en vela, y los días entregado al duro trabajo; además, soportas con buen
animo las adversidades; el peto de tu armadura es antes indumentaria que defensa
... no es un alarde de magnificencia sino una forma de vida ... Y después, si
la guerra da algún respiro, tu vigilas los emplazamientos de las ciudades, o
los desfiladeros de las montanas, o la dilatada extensión de los campos, o los
vados de los ríos, o las remotas calzadas, y allí tratas de descubrir cual ha de ser el lugar mas apropiado para la infantería y la caballería, cual el punto
mas apto para un ataque, el mas seguro para una retirada, y el de mas
abundantes recursos para un vivac. De este modo, incluso la propia interrupción
de la guerra resulta ventajosa para la guerra.
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