Las autoridades cuando le
veían, nunca le veían; cuando le encontraban, nunca le encontraban; cuando lo
atrapaban, nunca lo atrapaban. Mediante su red de espías, estaba informado de
todo el mundo que partía de Roma y de todos los que atracaban en el puerto de
Brundisium, y sabía quiénes y cuántos eran, así como qué y cuánto llevaban
consigo.
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