Cesaron entonces los ritos
sacrificales y, asimismo, quedaron descuidadas cuantas otras cosas concernían a
las tradiciones patrias, con lo que el Imperio romano, progresivamente disminuido,
llegó a convertirse en morada de bárbaros e incluso, al fin, tras perder sus habitantes
se vio reducido a tal estado que ni los lugares en que estuvieron las ciudades
podrían reconocerse.
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