Se acusa a los esclavos de
tener bocas y barrigas glotonas. Esto no es de extrañar. Quien a menudo se
muere de hambre, ansía saciarse. Y, obviamente, cualquiera preferiría saciar su
hambre con manjares que sólo con pan. Así que, si un esclavo va a por la comida
que normalmente se le niega deberíamos perdonarlo.
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