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domingo, 2 de diciembre de 2018

DISCURSO DEL CÓNSUL SILA EN EL SENADO, EXPONIENDO Y PROPONIENDO CUBRIR VACANTES DE SENADORES POR CAUSA DE LA GUERRA MÁRSICA


Príncipe del Senado, padres conscriptos, el Senado sufre una crisis .Tengo aquí en este rollo una lista de senadores que no volverán nunca más a esta Cámara porque han muerto. Poco más de un centenar. Ahora bien, la mayor parte de ese centenar de nombres es de pedaríi, senadores sin derecho a la palabra y sin un particular conocimiento jurídico aparte del senatorial. Pero hay otros nombres, de hombres cuya ausencia se hace notar, pues eran la cantera de presidentes de tribunal, jueces y árbitros extraordinarios, oficiales de reclutamiento, legisladores y magistrados. ¡Y no han sido reemplazados!. ¡Y tampoco veo iniciativa alguna para reemplazarlos!. Mencionaré algunos: el censor y príncipe del Senado Marco Emilio Escauro; el censor y pontífice máximo Cneo Domicio Ahenobarbo; el consular Sexto Julio César; el consular Tito Didio; el cónsul Lucio Porcio Catón Liciniano; el cónsul Publio Rutilio Lupo; el consular Aulo Postumio Albino; el pretor Quinto Servilio Cepio; el pretor Lucio Postumio; el pretor Cayo Cosconio; el pretor Quinto Servilio; el pretor Publio Gabinio; el pretor Marco Porcio Catón Saloniano; el pretor Aulo Sempronio Aselio; el edil Marco Claudio Marcelo; el tribuno de la plebe Marco Livio Druso; el tribuno de la plebe Marco Fonteio; el tribuno de la plebe Quinto Vario Severo Hybrida Sucronensis; el legado Publio Licinio Craso hijo y el legado Marco Valerio Mesala.
 
Sí, ya sé que hasta que no leamos la lista entera no apreciaremos debidamente cuántos grandes y prometedores hombres han caído. Siete cónsules y siete pretores. Catorce hombres de eminente autoridad para actuar de jueces, comentar leyes y costumbres y salvaguardar el mos maiorum. Eso sin mencionar los otros seis nombres que habrían llegado a ser eminentes o poco habrían tardado en incorporarse a las filas de los dirigentes. Hay otros nombres que no he leído, entre los que se encuentran tribunos de la plebe que se labraron menor fama durante el cargo, pero que, no obstante, eran hombres de valía.
 
Esto es una tragedia.  Hay muchos nombres que no están en la lista porque no han muerto, pero que se hallan ausentes de la Cámara por diversos motivos, servicio en ultramar o en otras partes de Italia. Incluso en la pausa invernal de esta guerra, no he podido contar más de cien senadores reunidos en la Curia Hostilia, pese a que los residentes en Roma están en la ciudad en esta época del año. Hay también una importante lista de senadores actualmente desterrados debido a las consideraciones de la comisión variana y de la comisión plautiana. Y hombres como Publio Rutilio Rufo.
 
Por consiguiente, honorables censores Publio Licinio y Lucio Julio, os ruego encarecidamente que hagáis cuanto sea necesario para llenar los asientos vacantes. Dad la oportunidad a hombres de fuste y ambición de esta ciudad para que cubran las desastrosamente diezmadas filas del Senado de Roma. Y nombrad, además, entre los pedarii a quienes merezcan aportar su opinión y ascender en el cargo. Muchas veces no hay suficientes senadores presentes para obtener quorum. ¿Cómo puede el Senado de Roma pretender ser un órgano principal de gobierno si no se alcanza consenso?

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