Delante del templo de Belona
había una explanada denominada el Territorio Enemigo, y hacia la mitad de la
escalinata, un pilar cuadrado de piedra de unos cuatro pies de altura; cuando
se declaraba una guerra justa contra un enemigo extranjero -que eran las únicas
que había-, se convocaba a un sacerdote de circunstancias para que lanzase un
venablo desde la escalinata del templo, justo por encima del antiguo pilar,
hacia el Territorio Enemigo. No se sabía el origen del ritual, pero formaba
parte de la tradición y así se hacia cada vez que se declaraba la guerra contra
alguien o contra otro pueblo.
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