Sí,
vivo precisamente encima de uno de esos baños. Imaginaos toda clase de voces,
hasta el punto de que a veces desearía ser sordo. Si los más fornidos se
ejercitan con las pesas oigo sus mugidos cada vez que expulsan el aire, cuando
emiten silbidos y jadean afanosamente. Si alguno disfruta dándose masaje,
percibo el palmoteo del masajista sobre su espalda y puedo distinguir, por el
sonido, si le está dando con la mano plana o ahuecada. Si llega el que quiere
jugar a la pelota y empieza a contar los tantos en voz alta, es el acabóse.
lo dice Seneca,no marcial.lo dice en la carta numero 56 a Lucilio
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