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jueves, 3 de mayo de 2018

ARENGA DE ANÍBAL BARCA A SUS SOLDADOS TRAS CRUZAR LOS ALPES




A derecha e izquierda os cercan dos mares y no tenéis ni un solo barco con el que escapar; a vuestro lado fluye en Po, un río más grande que el Ródano y más rápido; la barrera de los Alpes se cierne a vuestra espalda, esos Alpes que apenas lograsteis cruzar cuando vuestra fuerza y vigor estaban intactos. Aquí, soldados, en este lugar donde habéis encontrado por primera vez al enemigo, tenéis que vencer o morir. La misma fortuna que os ha impuesto la necesidad de luchar guarda también la recompensa de la victoria, recompensas tan grandes como las que los hombres suelen solicitar a los dioses inmortales. Incluso si fuésemos solo a recuperar Sicilia y Cerdeña, posesiones que fueron arrebatadas a nuestros padres, serían premios lo suficientemente grandes como para satisfacernos. Todo lo que los romanos poseen ahora, ganado a través de tantos triunfos, todo lo que han acumulado, se convertirá en vuestro junto con sus propietarios. Venid, pues, tomad vuestras armas y ganad, con la ayuda del cielo, tan magnífica recompensa. 







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