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lunes, 26 de febrero de 2018

JUVENAL DICE SOBRE LA EMPERATRIZ MESALINA (ESPOSA DEL EMPERADOR CLAUDIO)



¿Por qué te preocupas de lo que hizo la casa de un particular, de lo que hizo una Epia?

 

Vuelve tu vista a los émulos de los dioses, escucha cuánto soportó Claudio. Cuando su mujer se percataba de que su marido dormía, la augusta meretriz osaba tomar su capucha de noche y, prefiriendo la ester a la alcoba del Palatino, lo abandonaba, acompañada por no más de una esclava.

 

Y ocultando su pelo moreno con una peluca rubia entraba en el caliente lupanar de gastadas tapicerías, en un cuartito vacío que era suyo; entonces se prostituía con sus áureas tetas al desnudo, usurpando el nombre de Licisca, y exhibía el vientre de donde naciste, noble Británico. Recibía cariñosamente a los que entraban y les exigía dinero.

 

Luego, cuando el dueño del burdel despedía a sus chicas, se marchaba triste, y hacía lo que podía: cerrar la última el cuarto, todavía ardiendo con la erección de su tieso clítoris, y se retiraba, cansada de tíos pero aún no saciada, y afeada por el humo del candil y las mejillas oscuras llevaba el olor del lupanar a su almohada.



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