La familia de Lucinio Craso ha dado a Roma cónsules y
algún pontífice máximo... qué sé yo, ¡durante siglos!. Es una familia riquisima
que produce hombres de dos clases: los morigerados y los sibaritas. El padre de
Craso Orator era de los frugales y fue el autor de esa ridícula ley suntuaria
inscrita en las tablillas, la conocida ley Licinia que dice, entre otras cosas:
nada de dorados, nada de púrpuras, ni ostras ni vino de importación..., pero
que entre ellos mismos la ignoran.
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