¿Qué cosa más estúpida podría existir que una persona
incapaz de discernir el bien y la maldad?. Pues es evidente que no rehuirá los
unos, quiero decir los males, ni perseguirá los otros, quiero decir los bienes.
Y lo más importante, el dios hebreo negó al hombre el gusto de la inteligencia,
por encima de la cual nada hay más honroso en el hombre. En efecto, que el
discernimiento de lo bueno y de lo malo es un acto propio de la inteligencia
resulta evidente sin duda incluso para los necios, de forma que la serpiente
resulta ser un bienhechor y no una plaga del género humano .Además ese dios
debe ser llamado envidioso, porque, cuando vio que el hombre participaba de la
inteligencia, para que no gustara del árbol de la vida, según dice, lo expulso
del paraíso diciendo precisamente: Mira, Adán se ha hecho como uno de nosotros
al conocer el bien y el mal; y ahora que nunca extienda su mano y tome del árbol
de la vida y como y viva para siempre (...) el negar el conocimiento del bien y
el mal, que es lo único que parece sostener la inteligencia humana, y, además,
el tener envidia de que el hombre tomando el árbol de la vida se convirtiera de
moral a inmortal, es un exceso de celos.
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